(la “piedra de Sergio Mielgo”)
(10-X-2020)
Cuando a mediados de 2014 empezamos (Julio Jiménez, Sergio Mielgo y yo) a plantearnos intentar introducirnos en el mundo del levantamiento de piedras de competición -harri-jasotze-, el primer problema que tuvimos fue tener piedras con las que poder entrenar. Tan solo disponíamos de algunas piedras esféricas, de aquellas con las que Julio se había preparado para las pruebas de “Hombre más fuerte…”. Alguna sesión hicimos con ellas en Arévalo. ¡Ni botaleku teníamos aún!
Poco a poco empezamos a conseguir piedras reglamentarias, pero dado que los dos primeros años todas las competiciones que Sergio y Julio hicieron en Euskadi fueron con piedras naturales, también intentamos buscar algunas de estas similares a aquellas con las que se enfrentaban en las competiciones.
Sergio Mielgo se encontró una en un camino de Miraflores de la Sierra, donde vive, y se quedó encantado con ella. Al pesarla, 105 kilos, resultó algo ligera para lo que se usa en las pruebas vascas, pero estuvo trabajando con ella de cara a varias competiciones, como la prueba que ganó en Barrika en 2017. Después consiguió otra piedra natural, esta de 120 kilos. Cuando conseguimos piedras más pesadas, Sergio dejó de entrenar con la de 105 kilos y me la pasó a mí. La tuve en el local de CrossFit db y ahora está en el de ALFA-Forjando Atletas con otro buen número de las piedras que tenemos.
La Piedra de Miraflores de la Sierra no presenta especial dificultad para los buenos especialistas. No solo Julio Jiménez y Sergio Mielgo la llevan al hombro con solvencia. Iker Zubizarreta también lo hizo la primera vez que se enfrentó a ella, a pesar de que llevaba tiempo sin entrenar específicamente con piedras. También Petre Bulgarea, quien compite en pruebas en Castilla y Bizkaia y pesa apenas 65 kilos, se hace con ella.
Para mí llevarla al hombro es todo un reto. Empecé a probarla a principios de 2020. Una vez que conseguí un agarre que me permitiese poder levantarla del suelo, llevarla a las rodillas no fue demasiado complicado. Con la mano izquierda agarraba la piedra en su mitad, en una oquedad que tiene, pero en esa posición, cuando la piedra llegaba a las rodillas me resultaba imposible darle la vuelta. De ese modo, el 8 de febrero de 2020 hice tres alzadas llevándola hasta el pecho, al modo que se levantan las piedras en Escocia; como para subirla a un punto elevado. Si quería llevarla al hombro, no había más remedio que agarrarla de más abajo.
Me fijé cómo lo hacía Sergio. Aunque mis brazos son más cortos que los suyos, traté de hacerlo de modo parecido. Agarrando la piedra de la base, aunque quizá me cuesta un poco más “sacarla” de abajo, una vez que está en las rodillas es más fácil voltearla.
El 22 de febrero hice dos alzadas seguidas llevando la piedra muy cerca del hombro. Repetí una vez más con idéntico resultado. Descansando un buen rato, hice otra alzada en la que estuve a punto de nivelarla, pero me quedé “ahí”, donde siempre me he quedado cuando he intentado llevar al hombro piedras esféricas o cúbicas que “me pesan”. Animado por Sergio hice una tentativa más, pero fui incapaz de superar lo anterior.
Después se cruzaron en mi camino un pinchazo en la zona lumbar mientras hacía sentadilla, a finales de febrero, el viaje a Albi, para el campeonato de Europa máster de powerlifting, y el obligatorio confinamiento en casa decretado por el gobierno.
Retorné a los entrenamientos en junio, pero entre unas cosas y otras no volví a probar con la Piedra de Miraflores hasta finales de agosto. Aprendí a colocarla en la posición que mejor me viene y gané fuerza suficiente para girarla bien y llevarla hasta el pecho, pero se me seguía atascando nivelarla en el hombro.
El 10 de octubre de 2020, con mis amigos Ricardo Pardo y Licurgo pendientes de mí, llevé bien la piedra a mis rodillas y la giré con fuerza, como si fuese una cúbica, procurando que quedase bien alta. Y quedó alta. Sentí que podía darle unos golpes. Di uno buenísimo, pero quise asegurarme que la nivelaba y di otro. La piedra encajó en el hombro con naturalidad. Intenté una segunda alzada, pero no fue posible.
Volví a probar a la semana siguiente, pero no fui capaz de nivelarla. Pero sí que lo hice el 24 de octubre. Tras una buena sesión de entrenamiento, en la que hice dos alzadas con una rectangular de 113 kilos por primera vez, terminé con otras dos alzadas con la Piedra de Miraflores. Sé que no va a ser la última vez que la levanto.