ED COAN

Llega el relevo

A la vez que la estrella de Mike Bridges iba perdiendo brillo, o que sus ganas de luchar por permanecer en la cima del powerlifting mundial se iban agotando, la de un joven natural de Chicago llamado Edward Coan empezaba a resplandecer de un modo que amenazaba con eclipsar a cualquier levantador conocido hasta entonces. Su irrupción en el Campeonato de Estados Unidos, el de la USPF, de 1983, cumpliendo 20 años en ese mismo fin de semana, dejó atónito al mundo del  powerlifting. Entró en la categoría de 82,5 kilos, con unos escasísimos 77,6 kilos, y se fue hasta un total de 842,5 kilos, gracias a 317,5 en sentadilla, 195 en press de banca y 330 en peso muerto. E incluso así se tuvo que conformar con el segundo puesto, ya que aún estaba allí Mike Bridges, quien ya con su sentadilla zanjaba cualquier posible discusión (365-227,5-320-912,5). Pero hubo pocos que no se diesen cuenta de que el nuevo rey había llegado.

 “Hace un año en Austin, Texas, un chico callado de Illinois hizo su debut en el Campeonato Nacional Senior. Desconocido para muchos, este joven había estado luchando contra su peso corporal, cada vez más alto; una batalla perdida…. Bueno, no pudo dar el peso necesario y decidió levantar contra el invencible Mike Bridges en la categoría de 82,5 kilos. Mientras Bridges estaba, como siempre, machacando todos los registros, nuestro amigo hizo un asombroso 9 de 9 y terminó con un enorme total de 1857 libras, ¡pesando un poco más del límite de 75 kg.!… Como periodista, puedo decir honestamente que nunca he visto a ningún atleta con tanto potencial en bruto, excepto Mike Bridges. El enfrentamiento entre ambos debería ser como mínimo memorable”. [1]

Su debut en un Mundial IPF tuvo lugar un año más tarde, en Dallas. Se ganó la plaza en el Campeonato de EE.UU. y, si bien Bridges ya estaba fuera, la marca con que lo hizo no dejó lugar a dudas (355-205-360[2]-920): ni siquiera el gran Mike le habría parado. Todavía era junior, pero era la gran figura del equipo norteamericano. Repetía categoría, 82,5 kilos, y allí se encontraría con otro joven de su edad, ¡otro junior!, que también estaba llamado a escribir páginas brillantes en el libro del powerlifting mundial: Jarmo Virtanen. Coan le dio a Jarmo las mismas opciones que Bridges le había dado a él el año anterior: ninguna[3]

ED COAN portada revista powerlifting

En una conversación que mantuve con Benjamín Oria, probablemente durante el Campeonato del Mundo de 1990, recuerdo que estuvimos hablando de estos dos grandes levantadores. A diferencia de Coan, que fue subiendo de categoría de peso con el paso de los años, Virtanen llegó incluso a bajar a 75 kilos. Allí atacó el récord mundial de peso muerto en varias ocasiones, lo tuvo durante un tiempo, pero sus marcas se estancaron y, aunque ganaba todos los Campeonatos de Europa y del Mundo en que participaba, no llegó al nivel de Bridges o al del propio Coan. Benjamín, que estaba de acuerdo en todo y que también reconocía que Ed estaba un peldaño por encima, alegaba que “A Coan ya le han pillado dos veces en un control anti-dóping y a Virtanen nunca. Y no me vale que se diga que todos se dopan. Virtanen nunca ha dado  positivo. Tenía razón[4]

El gran problema de Coan fueron los controles antidopaje. Hasta tres veces dio positivo cuando competía con IPF. La primera vez fue tras ganar el Mundial de 1985, en Espoo, Finlandia. Participando en la categoría de 90 kilos había conseguido un total de 890 kilos gracias a 350-202,5-337,5.

“Me cogieron con Deca Durabolín. No me lo había puesto hacía más de nueve meses. Ahora todo el mundo sabe el tiempo que permanece en el cuerpo, pero no entonces. Acababan de sacar una prueba para este producto, pero ninguno de los americanos lo sabíamos, así que nos pillaron a todos”. [5]

La sanción no fue de mucho tiempo, aunque no recuerdo exactamente de cuánto. Los controles, como dice Coan en esa entrevista en “T-Nation”, estaban empezando a desarrollarse. Apostaría a que fue algo así como año y medio. No volvió a aparecer en IPF hasta 1988, pero estuvo compitiendo en la “American Powerlifting Federation” y en pruebas de otras asociaciones estadounidenses. Siempre consideró que la competición real estaba en IPF y acabó volviendo. Pero en 1989 volvió a dar positivo. Había ganado el Mundial, en Sídney, en la categoría de 100 kilos; había establecido un nuevo récord del Mundo en peso muerto con 378 kilos.

“Caí por la proporción testosterona/epitestosterona. Quise apelar e incluso viaje a Holanda [el campeonato mundial de 1990 se celebró en La Haya] para hacerlo, pero cuando llegué allí se negaron a escucharme. Fueron contra mí. Según las reglas tenía todo el derecho a ser escuchado”.

El positivo se hizo oficial a mediados de 1990, bastante antes de la pretendida apelación de Coan. Recuerdo que estaba en el Campeonato del Mundo femenino de 1990, en Jönköping (Suecia), con el equipo español, y el secretario general IPF, el sueco Arnold Böstrom, se acercó a entregarme la “Newsletter” que cada poco tiempo recibíamos por correo los afiliados. Supongo que estaba en la primera página, porque nada más verlo le pregunté a Arnold: Again? Asintió sin decir nada, realmente consternado por la noticia.

Ya se había establecido que una primera falta en un control antidóping tenía dos años de castigo y una segunda la sanción a perpetuidad, pero cuando esto se aprobó se hizo tabla rasa, por lo que esta fue considerada, a los efectos, como si hubiese sido la primera vez que Coan incurría en un positivo. Pero, aunque parezca mentira, hubo una tercera vez.

“Me volvieron a condenar por el índice de testosterona. Todo el proceso del control fue un disparate. No había cadena de custodia, íbamos por un pasillo con el público como a diez metros, con el contenedor de orina abierto… Entré en una habitación y me dijeron “coge uno”. Nadie controlaba nada, estábamos todos juntos[6]… El presidente de la Federación Internacional eligió a la persona que me acompañó durante todo el proceso, un compatriota suyo. Una vez que haces el último levantamiento, hay una persona que se convierte en tu sombra. Si quieres beber algo, te lo traen; cosas así. ¿Sabes quién era mi sombra? ¡El hermano del tipo que había sido segundo en mi categoría! Así que fue él quien me trajo las bebidas. Esto ocurrió en Austria. Desde que dejé las muestras hasta que terminaron en Suecia, no hay ninguna documentación de dónde estaba o de quién la tenía. Hay gente que dice: “Lo tenía, lo puse en una nevera sin cerrar y lo llevé a la habitación de mi hotel… IPF no tiene nada de esto regulado. No son más que un montón de estúpidos. Lo admitiría si me hubiese equivocado, pero ni siquiera sé qué pasó”.

Ed acusaba directamente al neozelandés Graham Fong, quien fue presidente IPF entre 1995 y 1999. Su compatriota Derek Pomana se proclamó campeón mundial al ser descalificado Coan. Y su custodio debió ser Wayne Pomana, quien compitió en ese mismo campeonato en la categoría de 125 kilos. Se escuchó que quería llevar el caso al Tribunal de Arbitraje Deportivo, pero no sé si al final lo llevó a cabo. La sanción fue a perpetuidad. Ed Coan nunca pudo volver a levantar en IPF.

Incluso a pesar de estas tres sanciones, que le costaron sendos títulos mundiales, Edward Ignatius Coan es para muchos el levantador de powerlifting más importante de todos los tiempos. Tomó parte en otros cinco campeonatos mundiales y, desde luego, se impuso en los cinco. Y es que, excepto aquel primer duelo con Bridges, se puede decir que nadie fue capaz de superarle sobre la plataforma. A su primer título mundial, aquel de 1985, le siguieron el de 1988 (377,5-225-370 en 100 kilos), el de 1993 (390-237,5-390RM en 100 kilos), 1994 (423RM-235-377,5 en 100 kilos) y 1995 (410-240-350 en 100 kilos).

Le conocí en 1992, durante el memorable Campeonato del Mundo celebrado ese año en Birmingham. Su segunda sanción estaba a punto de concluir (quizá había terminado ya) y estuvo allí viendo la competición. También estaba en un stand, creo que en el de la marca “Inzer”, con Peter Thorne. Yo estaba hablando con Dennis Unitt, el editor de “International Powerlifter”, cuando llegó Ed y Dennis fue a saludarle. Hizo un gesto educado hacía mí y me pareció eso, un tipo correcto. Hablaba bajito. Me recordó al futbolista y luego entrenador de futbol vizcaíno Javier Clemente. En fuerte, claro. No muy alto, pero con una construcción física tremendamente sólida.

Al año siguiente participó en el Mundial de 1993, en Jönköping, el segundo que se hacía combinado, con hombres y mujeres participando en las mismas fechas. Evidentemente el mejor recuerdo que tengo de aquel campeonato es el título que ganó Gema Cristóbal, pero diez días allí dieron para mucho.

ED COAN peso muerto

No sé bien lo que ocurrió, pero por alguna razón faltaba un juez para el Jurado en la categoría de 100 kilos. Goran Gunarsson, el presidente del Comité de Jueces IPF, habló con mi hermano Enrique Hevia para que él fuese parte de ese Jurado. Tenía que ir al hotel a cambiarse de ropa. Yo había estado juzgando alguna categoría antes, no recuerdo cuál, y ya estaba “vestido de juez”. Terminé sentado en la mesa del Jurado.

Todavía en 1993 eran reglamentarios (aunque no obligatorios) los discos de 50 kilos, pero los suecos decidieron para aquella ocasión que los más pesados fuesen los de 25 kilos. Dos discos de 25 eran igual de gruesos que uno de 50, así que no había diferencia por lo que ocupaban en la barra. Pero a Ed Coan no le gustaba aquello. Sean Scully, el manager del equipo de EE.UU., vino a hablar con nosotros para ver si había alguna posibilidad de cambiar la situación (no la había, no había ningún disco de 50 kilos en el pabellón). El problema, según ellos, era que cuantos más discos había en la barra, más vibración producían. Los cargadores se aplicaron al máximo para apretar los discos todo lo que pudieron, pero no pareció servir de mucho para Coan; sobre todo en peso muerto.

“Abrió cómodamente, en sentadilla, con 390 y pasó a 410 que fueron muy bien, pero dio un paso atrás en el último momento, justo antes de recibir la señal del juez. Un segundo intento con esos mismos 410 se le cayeron por detrás al iniciar la subida. El gran Ed hizo bien la banca. En peso muerto, se mostró fuerte con su salida de 367,5; siguió  un récord mundial IPF con 380 que subió muy bien, pero después del levantamiento Ed empezó a tener problemas:  temblores  y dificultades para respirar, como si se fuera a desmayar. Los entrenadores de EE.UU. lo sacaron de la plataforma, pero pidieron otro récord mundial,  390 kilos, para el tercer intento. Ed volvió a intentarlo y lo levantó con fuerza también, pero la sensación de desmayo volvió después de la subida. Salió de la plataforma, los jueces hicieron la inspección de su equipo, encontró el rumbo y salió corriendo con los brazos levantados para saludar a la multitud. Resultó que Ed había estado sufriendo la versión escandinava de la venganza de Moctezuma”.[7]

ED COAN press de banca

Al día siguiente, durante el banquete que se celebraba al final de cada competición, coincidí en una mesa en la que estábamos el búlgaro Evgeny Popov, levantador en +125 kilos, Mike Golden, el asistente del “coach” de Estados Unidos, Enrique Hevia, el propio Ed Coan y yo. La voz cantante la llevaba Evgeny, un tipo que engañaba con su aspecto; era extremadamente inteligente y razonaba todo con mucha tranquilidad. Coan participaba lo que le dejaba Golden, ya que estaba más preocupado de que Golden, con una tajada como un piano, no metiese la pata más de lo debido; así que nos quedamos sin saber qué le había pasado en el peso muerto. De nuevo me dio esa impresión de ser muy correcto en todo.

Nació el 24 de julio de 1963. Empezó compitiendo en lucha, igual que Mike Bridges. Y para mejorar en lucha empezó a tocar los hierros, pero el problema surgió cuando su peso empezó a ir hacia arriba. Competía en la categoría de ¡45 kilos![8] y pronto tuvo que dejar de hacerlo. Probó con el culturismo, pero la experiencia no fue satisfactoria. Nadie practicaba halterofilia en su zona y el powerlifting era lo que estaba más a mano. Probó, ganó y, lo que más le convenció, no tenía que pasar hambre para competir. Había encontrado su deporte. Sus logros son historia del powerlifting. En sus competiciones en diferentes organizaciones, con diferentes reglas y diferentes regulaciones en ropa, llegó a conseguir 435 kilos en sentadilla, 265 kilos en press de banca, 409 kilos en peso muerto y 1117,5 kilos en el total. En los Campeonatos Mundiales IPF, de modo oficial y en la categoría de 100 kilos, alcanzó 423-240-390-1035. Se le pueden poner todas las pegas que se quiera, pero no son marcas al alcance de cualquiera. Durante muchos años fue una inspiración para muchos. Aún sigue siéndolo.


[1] Fernando, Ron. Ed Coan. The Wonder of Nature. En: Powerlifting USA, vol. 7, nº 9, abril 1984.

[2] Este levantamiento estaba por encima del récord mundial del momento. La competición no completó los requisitos necesarios para que los récords mundiales fuesen homologados.

[3] Coan: 327,5-200-347,5-875 / Virtanen: 315-185-312,5-812,5

[4] Jarmo Virtanen es el levantador más completo, técnicamente hablando, que he visto nunca. Tan bueno en la ejecución de los levantamientos como maleducado. Cuando desapareció de la escena internacional no se le echó de menos.

[5] https://www.t-nation.com/training/atlas-speaks 16-II-2001

[6] Entre 1988 y 1994 asistí a un buen número de controles dóping junto a Eduardo Cruz, Gema Cristóbal y Gema Orellana. El entrenador podía entrar en la sala junto al levantador. Puedo asegurar que los controles se hacían del modo en que explica Ed Coan. Tengo un recuerdo muy claro de uno, después de los “World Games”, en 1993, en el que había no menos de cinco mujeres alrededor de una mesa, con su correspondiente vaso de plástico en el que estaba su orina, esperando su turno para repartirla entre los contenedores A y B.

[7] Lambert, Mike. I.P.F. Worlds. En: Powerlifting USA, vol. 17, nº 6, enero 1994.

[8] Fernando, Ron. Ed Coan. The Wonder of Nature. En: Powerlifting USA, vol. 7, nº 9, abril 1984.

1 comentario en “ED COAN”

  1. Debo decir que conoci’ personalmente a Ed Coan en el mundial de Holanda; como muy bien dice Lucio no le permitieron competir debido a un 2° positivo. Fue’ muy amable conmigo aceptando hacerse una foto conmigo; por cierto foto que de momento no encuentro.

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